Archive for diciembre 2007

Los anuncios de Scorsese

diciembre 14, 2007

Se comenta bastante últimamente el anuncio que ha rodado Martin Scorsese para Freixenet:

Que haya rodado un anuncio no es de extrañar. Ya anteriormente hizo varios para American Express. Estos son dos de ellos:

Me encantan los tres.

Richard Estes y el fotorrealismo

diciembre 14, 2007

Cafe Express, 1975

Cafe Express. 1975.

 

A Richard Estes (Illinois, 1936) se le considera uno de los fundadores del movimiento fotorrealista de finales de los sesenta y setenta. Sus obras gozan de una gran precisión, detalle y una fidelidad a la realidad casi fotográfica.

Cursó Bellas Artes en la escuela del Art Institute of Chicago, estudiando con especial interés la obra de pintores realistas como Degas o Edward Hopper, muchas de cuyas obras se encuentran en la colección del Art Institute.

Al terminar sus estudios se trasladó a Nueva York y trabajó durante diez años para revistas y agencias de publicidad en Nueva York y en España. En su tiempo libre pintaba, y con el dinero que ganó en este periodo, pudo dedicarse a pintar con total dedicación.

1967 es un año clave para su estilo. Estes empieza a pintar escaparates y edificios con ventanas en los que se refleja lo que sucede en la calle. Para estos cuadros se basaba en fotografías a color, aunque sin tener ningún reparo a alterar el modelo buscando un objetivo claramente estético.

Dice el propio Richard Estes sobre su estilo:

“No me gusta que ciertas cosas aparezcan desenfocadas y otras enfocadas, ya que ello marca de forma muy específica lo que se supone que uno debería mirar, cosa que intento evitar. Quiero que uno lo mire todo. Todo está en el punto de mira”.

En esta página hay varios ejemplos de su obra [link], como:

Detail, Times Square. 1999

Detail, Times Square. 1999.

Dice Bob Dylan en “Visions of Johanna”:

“…And the all-night girls they whisper of escapades out on the ‘D’ train…”

He aquí dicho tren, pintado por Estes:

D Train. 1988.

D Train. 1988.

El Roto

diciembre 14, 2007

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Van Morrison – T.B. Sheets

diciembre 13, 2007

El blues, creador de atmósferas. Nueve minutos hipnóticos. Un clásico de Van Morrison.

musicovery – La música que te gusta

diciembre 9, 2007

www.musicovery.com

Musicovery permite crear rápidamente una «emisora de radio virtual» que emite la música que a ti te gusta.

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Eligiendo entre diferentes estilos y épocas, en unos pocos segundos contarás con un hilo musical de canciones que cumplirán los requisitos que hayas impuesto.

Musicovery toma el relevo de la desaparecida (por lo menos ya no funciona en España) Pandora. Si aún no conoces este sistema, te sorprenderá la cantidad de grupos y temas que descubres que te gustan.

Curiosa página para «pintar como Pollock»

diciembre 9, 2007

http://www.jacksonpollock.org/

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Jackson Pollock en Wikipedia

A Hard Rain’s A-Gonna Fall

diciembre 9, 2007

Oh, where have you been, my blue-eyed son?
Oh, where have you been, my darling young one?
I’ve stumbled on the side of twelve misty mountains,
I’ve walked and I’ve crawled on six crooked highways,
I’ve stepped in the middle of seven sad forests,
I’ve been out in front of a dozen dead oceans,
I’ve been ten thousand miles in the mouth of a graveyard,
And it’s a hard, and it’s a hard, it’s a hard, and it’s a hard,
And it’s a hard rain’s a-gonna fall.

Oh, what did you see, my blue-eyed son?
Oh, what did you see, my darling young one?
I saw a newborn baby with wild wolves all around it
I saw a highway of diamonds with nobody on it,
I saw a black branch with blood that kept drippin’,
I saw a room full of men with their hammers a-bleedin’,
I saw a white ladder all covered with water,
I saw ten thousand talkers whose tongues were all broken,
I saw guns and sharp swords in the hands of young children,
And it’s a hard, and it’s a hard, it’s a hard, it’s a hard,
And it’s a hard rain’s a-gonna fall.

And what did you hear, my blue-eyed son?
And what did you hear, my darling young one?
I heard the sound of a thunder, it roared out a warnin’,
Heard the roar of a wave that could drown the whole world,
Heard one hundred drummers whose hands were a-blazin’,
Heard ten thousand whisperin’ and nobody listenin’,
Heard one person starve, I heard many people laughin’,
Heard the song of a poet who died in the gutter,
Heard the sound of a clown who cried in the alley,
And it’s a hard, and it’s a hard, it’s a hard, it’s a hard,
And it’s a hard rain’s a-gonna fall.

Oh, who did you meet, my blue-eyed son?
Who did you meet, my darling young one?
I met a young child beside a dead pony,
I met a white man who walked a black dog,
I met a young woman whose body was burning,
I met a young girl, she gave me a rainbow,
I met one man who was wounded in love,
I met another man who was wounded with hatred,
And it’s a hard, it’s a hard, it’s a hard, it’s a hard,
It’s a hard rain’s a-gonna fall.

Oh, what’ll you do now, my blue-eyed son?
Oh, what’ll you do now, my darling young one?
I’m a-goin’ back out ‘fore the rain starts a-fallin’,
I’ll walk to the depths of the deepest black forest,
Where the people are many and their hands are all empty,
Where the pellets of poison are flooding their waters,
Where the home in the valley meets the damp dirty prison,
Where the executioner’s face is always well hidden,
Where hunger is ugly, where souls are forgotten,
Where black is the color, where none is the number,
And I’ll tell it and think it and speak it and breathe it,
And reflect it from the mountain so all souls can see it,
Then I’ll stand on the ocean until I start sinkin’,
But I’ll know my song well before I start singin’,
And it’s a hard, it’s a hard, it’s a hard, it’s a hard,
It’s a hard rain’s a-gonna fall.

Noticia: El Mundo

Cuento del anciano agradecido

diciembre 7, 2007

Dicen que ya anciano Ibn-Al Hadur fue una tarde al palacio del califa Harun al-Rashida a pedirle un favor. Su cuerpo envejecido difícilmente podía realizar los trabajos que durante años el califa le encomendaba, y la fatiga que últimamente sentía hacía que ya sólo añorase poder reposar tranquilo los años de vida que le quedasen.

El califa se apiadó de este anciano sin familia ni descendientes que durante más de sesenta años tan bien le había servido. Le dispensó de sus trabajos y le asignó una paga mensual que le permitiría vivir desahogadamente el resto de sus días.

Meses más tarde, el viejo volvió al palacio. Sabía que no tenía derecho a pedir más favores al magnánimo califa, pero al no tener a nadie a su alrededor, acudió a él para contarle un problema. El anciano no tenía familia, y todo su tiempo lo había dedicado a servir a su señor. Ahora, retirado, estaba muy solo.

El califa tras meditar sobre la soledad del anciano, ordenó a uno de sus criados más jóvenes que una vez al día fuera a casa del viejo a leerle un cuento, para que de este modo le hiciese compañía.

Pocos días más tarde, el viejo volvió al palacio. Quería agradecer al califa lo que había hecho por él, ya que las visitas del joven y las historias que este le contaba habían hecho que ya no hubiese vuelto a sentirse solo.

El califa indicó al anciano que bien hacía en venir a agradecérselo, pues era él quien enviaba cada día al joven criado a visitarlo a su casa. Sin embargo, también le hizo saber que era menester agradecérselo al criado, pues si bien este iba por voluntad de su señor, la perfección con que desempeñaba su labor era toda mérito del joven.

Anónimo del siglo XXI

La batalla de San Romano, de Paolo Uccello

diciembre 6, 2007

La Batalla de San Romano - Paolo Uccello

En un país donde no existía un auténtico poder central. Donde el Emperador hacía sólo breves visitas desde Alemania. Donde el Papa no tenía más poder que cualquiera de los otros príncipes. En ese periodo de guerra contínua en el que la cultura del Renacimiento tuvo su mayor esplendor, surgió la figura del condotiero.

Continúan cabalgando a través de Italia entera, desafiándonos a su olvido. Así, en Venecia, sobre la Plaza de San Giovanni y Paolo, el rudo rostro de Bartolomeo Colleoni, encuadrado en su yelmo abierto, impresiona al viajero por su terrible mirada. El propio Colleoni asegura su inmortalidad por obra del colosal bronce de Verocchio, comúnmente considerado como la más bella estatua ecuestre del mundo. Y otra estatua, igualmente prestigiosa, se localiza a no muchos kilómetros de allí, en Padua, sobre la plaza del Santo: se trata de la obra maestra de Donatello, el primer gran bronce del Renacimiento, el primer bronce fundido desde la Antigüedad. Esta vez el caballero es Erasmo de Narni, de sobrenombre “Gattamelatta”. En la catedral de Florencia, es Hawkwood, el Inglés, quien cabalga hacia la eternidad en un fresco de Paolo Uccello.

 

En el siglo XV, Italia estaba en manos de la Iglesia y unas cuantas repúblicas. Para mantener el ritmo de constantes disputas no era suficiente enrolar ejércitos bajo el principio de la leva feudal, salvo para un breve periodo de peligro. Fue entonces cuando se recurrió a los mercenarios, y con ellos a los servicios del Condottiero (del latín conducere, condurre en italiano, el que conduce, organiza, proporciona).

Por medio de una condotta o contrato el gobernante se comprometía a pagar semanal o mensualmente al condotiero, especificando cómo se repartirían los botines y la caballería e infantería que el condotiero prometería aportar. El condotiero garantizaba que lucharía del lado de su patrón mientras no cesara su paga. Tan pronto como éste dejara de pagarle, el contrato perdería su valor y el condotiero podría ofrecerse junto a sus tropas a cualquier otra facción. El condotiero, como soldado profesional sólo temía una cosa: la paz. Dicen que una vez un condotiero dio una limosna a un mendigo que se lo agradeció diciendo “Que la paz sea contigo”. Indignado, el condotiero se giró y maldiciendo al mendigo le arrebato su moneda.

Este es el contexto de La Batalla de San Romano, de Paolo Uccello. Hace quinientos años, este cuadro colgaba en el Palacio Medici de Florencia junto a otros dos paneles pintados también por Uccello con motivo de esta batalla. Ahora se expone en la National Gallery de Londres, mientras que los otros dos se encuentran en la Galería de los Uffizi de Florencia, y en el Louvre en París.

Niccolò Mauruzi da Tolentino es el nombre del condotiero que guía las tropas florentinas contra sus rivales de Siena. Uccelo pinta a Tolentino tocado con un sombrero rojo que difícilmente usaría en la batalla en realidad. Más bien sería apropiado para las recepciones oficiales, o para pasar revista a sus tropas. Sin embargo, no es el realismo el objetivo de Uccello. El verdadero fin del cuadro es servir de propaganda visual y en particular celebrar las hazañas de Niccolò Mauruzi da Tolentino.

El artista trabaja una calculada composición en perspectiva, característica más llamativa de la obra, en la que las lanzas no están colocadas aleatoriamente, y en la que cabe de destacar al soldado que yace a la izquierda de la escena, pues se trata de un escorzo impresionante en esa época. Se cuenta que Uccello llegó a contar a su esposa, tras negarse a ir a la cama con ella, que la perspectiva era su amante favorita.

Si un estudiado cálculo de distancias sirvió para alabar a Niccolò Mauruzi da Tolentino, estos también dieron lugar al desarrollo de la artillería, la cual cambiaría la forma de hacer la guerra. Fue el fin de los condotieros, que quedaron relegados a la inmortalidad dada por el arte. Ya sea en una plaza de Venecia, o en museo de Londres.

Yo, Eugénides Boccherini, me presento.

diciembre 6, 2007

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Incapaz de recordar dónde ni cuándo nací, sé al menos que me crié en una casa de dos plantas y con patio, en un pueblo de Andalucía.
Pasé mi infancia rodeado de gatos y siempre quise ser uno de ellos. Del trato con ellos conservo alguna de sus costumbres y una cierta sensibilidad artística.
Envidio la musicalidad de la lengua felina, que he llegado a dominar aunque a veces el ladrido me delate, y el andar por los tejados bajo la luz de la luna.