Posts Tagged ‘leyenda’

Una leyenda sobre Alejandro

octubre 26, 2009

Hay una leyenda según la cual Alejandro Magno no muere en Babilonia a los treinta y tres años. Jorge Luis Borges se la atribuye al erudito inglés Robert Graves, y la relata en una conferencia incluida en un libro de 1980 que se titula Siete Noches. La historia cuenta algo así como lo que sigue:

Alejandro no muere en Babilonia a los treinta y tres años. Se aparta de su ejército y vaga por desiertos y selvas hasta ver el resplandor de una fogata. La rodean soldados de tez amarilla y ojos oblicuos. A Alejandro no lo conocen, le acogen. Como esencialmente es un soldado, participa de batallas en una geografía del todo ignorada por él. Es un soldado: no le importan las causas y está listo a morir.

Pasan los años, él se ha olvidado de tantas cosas y llega un día en que se paga a la tropa y entre las monedas hay una que lo inquieta. La tiene en la palma de la mano y dice «Ésta es la medalla que hice acuñar para la victoria de Arbela cuando yo era Alejandro de Macedonia». Por un instante recobra su pasado e interrumpido por la pregunta de otro soldado no hace sino responder «es tarde, reemprendamos el camino».

alejandro de macedonia

Belisario

septiembre 25, 2008

Belisario fue un general bizantino del siglo VI. Nombrado por Justiniano primer general del Imperio, reconquistó África a los vándalos y ocupó Sicilia, Nápoles y Roma, a la que liberó de los ostrogodos. Sus victorias suscitaron envidias en la corte de Constantinopla. Implicado en una conspiración, cayó en desgracia en el año 562. Según la leyenda, Justiniano le hizo sacar los ojos y confiscar sus bienes.

Este poema de Julio Martínez Mesanza alude a dicha leyenda:

ENCUENTRO EN EL MONASTERIO

Cuando alargó la mano, por sus trazas,
pensé que se trataba de un leproso.
Al principio no vi su gran anillo
y no supe advertir, indiferente,
que algo solemne su ademán tenía.
Levantó el rostro, y vi que estaba ciego.
que le habían cegado, mejor dicho,
pues sus ojos tenían cicatrices.
Me estremecí, sabía ya quién era.
Vino a mi mente un resplandor violento,
la púrpura y el oro en Hagia Sofia.
Besé sus manos y abracé a mi César.

Durante el siglo XVIII esta leyenda se volvió un motivo popular para numerosos pintores. En esta obra de François André Vincent se representa el instante en el que el soldado reconoce a Belisario:

San Jorge y el dragón

septiembre 1, 2008

En el siglo XX a.C., en un lago cerca de la ciudad de Silene, en Libia, vivía un dragón. Con frecuencia, se arrastraba hasta las murallas de la ciudad, envenenando con su aliento a todo aquel que se le acercara. Para apaciguar al dragón, cada día le sacrificaban un cordero y una víctima humana. Aconteció entonces que echando a suertes qué hombre o qué mujer serían ofrecidos al dragón, un día la suerte recayó en Sabra, la hija del rey, que aceptó estoicamente su desgracia por el bien de la ciudad. No obstante, cuando se encaminaba al lago para cumplir su fatal destino, San Jorge llegó montado en su caballo y preguntó a Sabra el motivo de su tristeza. Fue entonces cuando apareció el dragón y Jorge arremetió valientemente con su lanza, hiriéndolo aunque sin matarlo. El caballero rodeo el cuello del dragón con el cinturón de la princesa para llevarlo triunfalmente a la ciudad, donde le dio muerte con un certero golpe de espada en presencia del pueblo que le aclamó como un héroe.

Esto es aproximadamente lo que se cuenta en «La leyenda dorada«, una coleccion de relatos hagiográficos reunidos por Santiago de la Vorágine, arzobispo de Génova a mediados del siglo XIII.

El cuadro que ilustra esta entrada en el blog es de Paolo Uccello y se encuentra en la National Gallery de Londres. Otra versión menos espectacular que el  pintor sobre el mismo tema se puede encontrar en el museo Jacquemart-André de París.

Además de la siempre útil Wikipedia, me he valido del libro «Pinturas que cambiaron el mundo» de Klaus Reichhold y Bernhard Graf.