Los que creen haber vivido la experiencia de «vida después de la vida» cuentan que al otro lado, una vez atravesado el famoso túnel de luz, su vida se les aparece como en una película que pasa a gran velocidad o como un retablo en el que puede contemplarse en toda su extensión y de un solo vistazo. Todos coinciden en que en esa película o ese retablo no sobresalen los momentos que ellos creían más importantes y definitivos, sino otros aparentemente más anecdóticos y triviales.
¿Estamos actuando correctamente? ¿Cómo podemos saberlo si es la primera vez que vivimos…?
Il n’existe aucun moyen de vérifier quelle décision est la bonne car il n’existe aucune comparasion. Tout est vécu tout de suite pour la première fois et sans préparation.
Nos dice Kundera que somos actores que entramos en escena sin haber ensayado jamás. Nuestra vida es como un boceto. Pero el boceto es el borrador de un cuadro.
L’esquisse qu’est notre vie est une esquisse de rien, une ébauche sans tableau.
En La double vie de Véronique de Krzysztof Kieslowski se nos cuenta que el 23 de noviembre de 1966, a las 3 de la mañana, nacen dos niñas idénticas, Weronika en Polonia y Véronique en Francia. No tienen en un lazo en común, son hijas de distintos padres, no comparten familia. Y sin embargo ambas cuentan con una voz magnífca, un don para la música y una dolencia cardiaca dificilmente detectable. La sensación que sentimos de que una de ellas se vale de la experiencia de la otra en su propia vida se hace especialmente patente cuando descubrimos que teniendo ambas dos años la pequeña polaca acercó su mano al fuego, quemándose un dedo. Al mismo tiempo la niña francesa acercaba su mano al fuego retirándola en el último instante. Es la historia de una vida que continua. Que abandona un ser para perpetuarse en el cuerpo y el alma de otro.
Ladridos 